Hoy, conmemoramos los 125 años del nacimiento de Federico García Lorca (Fuente Vaqueros, Granada, 5 de junio de 1898). Para hablar de su polifacética figura y sus logros, pese a su corta por malograda existencia, tendría que escribir varios capítulos. Pero, como es lógico, me voy a centrar -y no en la profundidad que quisiera- en sus relaciones con nuestro arte jondo.
La jondura como soporte del vanguardismo de Lorca
El Flamenco y Lorca es una historia de ida y vuelta. Primero, Federico se siente atraído e inspirado por su lenguaje poético, pero también por el musical; dado que conocía la música y la interpretaba. La jondura fue un halo que inundó sus versos y de camino le sugirió un collage de imágenes propicias para el concepto vanguardista al que perteneció por su época. No conviene olvidar que la Generación del 27 fue uno de los vehículos principales de entrada en España de la corriente artística y estética que propugnaba ir ‘más allá de las fronteras establecidas’ a principios del siglo XX.
Los versos de Federico García Lorca en la voz de Camarón de la Isla
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Como bien advirtió el compañero Juan María de los Ríos en el espectáculo ‘Revoluciones 78 por minuto’, Federico se sintió seducido por figuras como las de Silverio, Manuel Torre o La Niña de los Peines, entre otros. Y en buena parte por su deseo de superar el racionalismo y empirismo de la generación anterior, concluye Juan María. Así, Lorca encuentra en el flamenco un mundo exótico de una gran carga espiritual por el que Manuel Torre no es sólo un cantaor sino que encarna un faraón del antiguo Egipto; tal como Pastora le sugirió estar ante una diosa griega cuando escuchó su ‘voz cubierta de musgo’. Sin duda, el universo gitano amplificó toda esta perspectiva del granaíno.
Manuel Torre, un faraón para Federico García Lorca. Nuestro apunte en RTVE
Este concepto, que debemos a compañero Juan María de los Ríos, nos sirivó para una intervención sobre el poeta en RTVE
El camino de vuelta, los flamenco cantan a Lorca
Andando el tiempo, aquella inspiración que fue el arte jondo para Federico giró de sentido. De este modo, el poeta se erigió en una fuente profunda donde beber para los flamencos. Y ese trasiego se produjo de forma muy natural, pues de algún modo volvía al flamenco aquello que nació de su halo. No quiero dejar atrás ninguna obra pero ahí están los monumentos que artistas como Paco de Lucía, Manolo Sanlúcar, Camarón de la Isla, Enrique Morente, Carmen Linares o Miguel Poveda le han tributado para la eternidad. Amén de muchas puestas en escenas por compañías de baile. Sólo por citar algunos de los más significativos. Nadie se enfade.
La Plazuela – Mi Tarara (vídeo oficial)
Y lo mejor, siguiendo el tenor del primer párrafo, los jóvenes siguen encontrando en Lorca una fuente imperecedera. Casos como los de Pepe Habichuela nieto. O el moderno grupo La Plazuela que en sus fusiones han recreado el estribillo de aquella canción popular – recopilada, que no de Lorca – ‘La Tarara’. Una formación, avanzadilla en las regiones fronterizas del flamenco con lo contemporáneo que sigue teniendo a nuestro Federico como un valor inalterable en pleno siglo XXI. Nos guste más o menos es una circunstancia reseñable en estos escalones por los que Lorca, pasen los años que pasen, sigue subiendo camino hacia la eternidad. Aquel tiro no pudo matarlo.
Muchos ya sabéis que suelo recalcar la importancia que tiene la huella de un artista cuando las fechas que conmemoramos se van haciendo lejanas en el tiempo. Es el juez supremo y quien dicta qué obras siguen brillando, ya pueden haber pasado siglos, así como aquellas otras que yacerán sepultadas en el olvido. Por muchos que nos empeñemos en querer sentenciar lo que es puro o no. (En portada, Camarón, Lorca y un frame de La Tarara del grupo La Plazuela)
José María Castaño @caminosdelcante
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