King of Flamenco

 

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Un festival recuerda en Pamplona a Sabicas, el guitarrista que internacionalizó el arte gitano
LINO PORTELA Pamplona 30 AGO 2014 –

El número siete de la calle Mañueta, en pleno corazón de Pamplona, es una antigua casa de tres pisos a escasos 20 metros del Mercado de Santo Domingo. Allí nació Agustín Castellón Campos y ese es el escenario en el que uno de los más geniales e internacionales de los guitarristas flamencos se ganó su peculiar sobrenombre.

Cuentan que el pequeño Agustín era un vicioso de las habas y de camino al mercado metía mano en la cesta de la compra para comérselas crudas, con cascara. Le llamaron el niño de las habas. El niño de las habicas… Corría el año 1917 y ya el Niño Sabicas con cinco años aprendía a tocar la guitarra. “Nunca tuve maestro”, dijo en una entrevista el artista, que estos días recibe un homenaje en su ciudad en forma de festival. “Cogí la guitarra, me puse a tocar y ahí seguí”.

Cuando en 1990 falleció en Nueva York a los 78 años, este gitano de Pamplona se había convertido en The king of flamenco, el más conocido guitarrista jondo de EE UU, y tenía una vida de película: compartió escenario con las estrellas flamencas de los años veinte y en 1936, al comienzo de la Guerra Civil, se marchó de España —donde nunca más vivió—; triunfó en Argentina, México y en EE UU donde residió y grabó sus discos más importantes. Llenó teatros de Broadway, tocó para Chaplin, Marlon Brando y Gary Cooper e inventó involuntariamente la fusión entre el rock y el flamenco. Pese a que hasta mediados de los setenta fue casi un desconocido en su país de origen, se convirtió en maestro “por correspondencia, a través de sus discos”, como decía Morente, de multitud de flamencos. Sobre todo de Paco de Lucía.

“Nosotros somos los transmisores de Sabicas y de su genio. El sonido de esa guitarra es exagerao. Todos le debemos mucho”, dijo el ya desaparecido guitarrista, nombrado por nuestro hombre como “auténtico discípulo”.

Pamplona ajusta estos días cuentas con Sabicas. Desde el martes y hasta mañana la capital navarra rinde homenaje a su embajador en el festival Flamenco On Fire, que ha contado con las actuaciones de Sara Baras, Tomatito, Arcángel, Niña Pastori y José Mercé. Hoy actúan Estrella Morente —que siendo niña cantó para Sabicas—, Josemi Carmona y Pepe Habichuela. Mañana, Kiko Veneno, Tomasito y Los Evangelistas cerrarán este nuevo festival que pretende consolidarse en la ciudad y que curiosamente está organizado por los hermanos Morán (Miguel y José), creadores del más representativo certamen de pop-rock de los últimos 20 años en España: el Festival Internacional de Benicàssim (FIB). “Aprendí a valorar el flamenco cuando trabajé de camarero en Casa Patas en los ochenta”, cuenta Miguel Morán, hasta ahora más acostumbrado a lidiar con artistas de rock independiente que con flamencos. “La figura de Sabicas y su vida servirá como hilo conductor de las próximas ediciones que pretendemos celebrar”.

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Llenó teatros de Broadway, tocó para Chaplin, Brando y Gary Cooper
Y con razón. Porque la biografía del maestro da para mucho. Sabicas fue de aquellos pioneros flamencos que tocaban a pulmón, sin micrófono, porque no había; que con 10 años alegraba las juergas de los señoritos en el tablao Villa Rosa de Madrid, adonde fue a buscarse la vida. Allí se hizo con un nombre y acompañó por toda España a las figuras del momento: la Niña de la Puebla, Imperio Argentina, Estrellita Castro… Hasta 1936. Al comienzo de la Guerra Civil española, Sabicas prefirió poner tierra de por medio antes de ser llamado a filas. “No me fui a América como exiliado”, explicó en una entrevista posterior. “Me fui porque me contrataron. Yo nunca he sabido nada de política, ¡ni quiero saber!”.

Desembarca en Argentina para actuar con la bailarora Carmen Amaya, con la que forma pareja artística y sentimental durante unos años. Triunfan en México, donde el guitarrista tiene dos hijos y se casa con una mexicana (“Me costó dinero y salió por peteneras”, confesó). De 1940 a 1945 viaja por primera vez a trabajar a EE UU con Carmen Amaya. Vuelven en 1956 y Sabicas se queda a vivir en Nueva York. Allí se le conoce como The King of Flamenco y arranca su rica y abundante carrera discográfica (55 discos). Sabicas se hace entonces grande en EE UU mientras que en España pocos recuerdan su nombre.

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Agustín Castellón Campos (Pamplona, 1912), Sabicas, se dio prisa en coger la guitarra: a los cinco años ya la tocaba, y a los 10 animaba las fiestas de los tablaos madrileños.
En 1936 se marcha a Argentina, donde conoce a Carmen Amaya, que será su pareja durante años. En 1956 se afinca en EE UU. Allí se le conoce como The king of flamenco y graba algunos de sus discos más relevantes: Rock encounter (con el rockero Joe Beck) o el recopilatorio Flamenco on fire, entre otros.
Reivindicado como padre del flamenco fusión por Smash o Triana, Morente graba con él Nueva York Granada. Será su último disco, editado tras su muerte en 1990.

Sus discos estaban dirigidos al mercado estadounidense (incluido Flamenco on fire, de donde coge el nombre el festival que ahora le homenajea). Entre ellos, Rock encounter, editado en 1970 y que, aunque al propio Sabicas le desagradaba especialmente, fue pionero de lo que ahora se llama fusión. Fue el primer experimento donde la guitarra flamenca de Sabicas se fusiona con el rock del músico Joe Beck. Una revolución, luego seguida por grupos como Smash, Triana o Pata Negra. El disco lo redescubrió en Francia el productor Ricardo Pachón, responsable del también revolucionario La leyenda del tiempo, de Camarón. Años después, Pachón coincidió con Sabicas en Nueva York durante un concierto de Pata Negra. “Ricardo, mira, yo no entiendo nada de esto”, apuntó. “Pues esto lo inventó usted, maestro”, replicó el productor. Sabicas, según cuenta Carlos Lancero en su libro sobre Camarón, levantó las manos al cielo y dijo: “Eso fue cosa de mis productores que eran unos peseteros. ¡Esos discos míos no valen un duro!”.

Las razones por las que Sabicas no volvió a vivir en España tampoco hay que buscarlas en la política. “La principal fue que tenía un miedo terrible a volar”, explica la periodista neoyorquina Estela Zatania, que con 15 años visitó a Sabicas en su casa de Manhattan. “Allí en EE UU ganó mucho dinero y vivía muy bien”. Solo con su guitarra, porque Sabicas nunca aprendió inglés: “Sólo sé tres palabras y no entiendo ninguna”, dejó dicho.

En 1967 por fin supera el miedo a volar y reaparece en España, que ya visitó frecuentemente. En los ochenta le organizan festivales, visita Pamplona y se relaciona con flamencos del momento como Morente, Paco de Lucía o el guitarrista Pepe Habichuela, que el jueves en una mesa redonda recordó su encuentro con el pamplonica: “Era un gitano antiguo. Tenía no sólo una imponente presencia tocando sino también andando por la calle. Le gustaba recordar los viejos tiempos”. José Mercé, tras su concierto del miércoles, también rememoró el momento en que se conocieron: “Yo tenía 13 años y estuvimos tocando en el Café de Chinitas. Era un gitano de postín. Todavía recuerdo el garbanzo de diamante que llevaba en la corbata. Su forma de tocar tenía una fuerza increíble”.

Su fusión con el rock influyó en Morente, Smash, Triana o Pata Negra
En los noventa, Enrique Morente consiguió el sueño por el que luchaba durante años: reivindicar en España a Sabicas y grabar un disco con él. En 1990 se publica una genialidad donde el cantaor de Granada improvisaba sobre la guitarra del ya enfermo gitano de Pamplona. En su exhaustivo libro La correspondencia de Sabicas (editorial El flamenco vive), el periodista José Manuel Gamboa cuenta que en esas sesiones de grabación, “entre helados y churros”, la pequeña Estrella Morente, con siete años, se puso a cantar una taranta. “Qué maravilla. Niña, cántala otra vez’, dijo Sabicas, que alucinó al escucharla”.

Sabicas no vio publicado aquel disco junto a Morente. El 14 de abril de 1990 murió en Nueva York y fue enterrado en Pamplona, muy cerca de ese lugar donde el genio le robaba las habicas a su madre de la cesta de la compra. El mismo al que Joaquín Sabina le dedicó un soneto: “Ese que va por la Quinta Avenida / con el orgullo de los desterrados / con la mirada del que nada olvida / esas seis cuerdas que tanto han llorado”. Un festival recuerda en Pamplona a Sabicas, el guitarrista que internacionalizó el arte gitano

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Source: cultura.elpais.com

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Rumba Catalana

 

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Ha fallecido Peret, referente esencial de la música popular española | Efe Eme

Ha muerto a los 79 años Peret, una de las más grandes figuras internacionales de la música popular española, padre de la torrencial rumba catalana y creador inigualable.

Texto: JUAN PUCHADES.

Después de que algunos medios anunciaran esta mañana, cuando todavía estaba vivo, la muerte de Peret, y el desmentido posterior de la familia, podemos confirmar que hoy, 27 de agosto, ha muerto en Barcelona Pedro Pubill Calaf, “Peret”, a los 79 años, como consecuencia de una neumonía, resultado de una complicación del cáncer de pulmón que le fue detectado hace unas semanas y del que estaba tratándose.
Peret es uno de los pilares fundamentales que sustentan la música popular española moderna, al ser el padre de uno de sus géneros más rotundamente originales, influyentes y universales: la rumba catalana (que conviene no confundir con la rumba flamenca, o gitana, que se practicaba en Barcelona antes de su aparición), también conocida como rumba pop, surgida de la fusión de rock and roll y mambo y condimentada con color gitano-flamenco. Junto a Peret, en el nacimiento del género, entre finales de los años cincuenta y comienzos de los sesenta, estuvieron compañeros suyos del barrio del Portal (en El Raval) de Barcelona como Chacho o el palmero recientemente fallecido Toni Valentí, además de rumberos más jóvenes como Ramonet. Aunque aquel sonido contagioso rápidamente fue asimilado por otros muchos músicos barceloneses y acabaría por salpicar a gran parte de la música española, de los sesenta a la actualidad. Peret nació el 24 de marzo de 1935, en Mataró (Barcelona), en el asentamiento gitano conocido como Los Corrales. A los cuatro años su familia se trasladó a Barcelona, a la calle Salvadors, junto a la calle de la Cera, donde se cocinaría la rumba catalana. Desde niño se aficionó a la música y a tocar la guitarra, debutando a los 12 años con su prima Pepi con el nombre de Hermanos Montenegro. Por entonces se dedicaba a los más diversos oficios en calidad de aprendiz: tapicero, chatarrero o carpintero fueron algunos de ellos. Pero, en realidad, su vida laboral se decantaría por la venta de tejidos puerta a puerta, que era el oficio de los padres. En paralelo, la música era su devoción primera, y con los amigos del barrio (principalmente Chacho, Toni Valentí, Cerdo, Paco Aguilera, Ninus, Bolo) iba dándole vueltas a su peculiar manera de acercarse a la rumba caribeña, e ideando una nueva forma de tocar las clásicas palmas, empleadas como instrumento percusivo con fundamento, como no se había escuchado antes, lo que se unía a la técnica que estaba desarrollando con la guitarra, rasgando cuerdas y golpeando a la vez la madera (lo que luego se conocería como ventilador): es decir, los dos elementos clave de la rumba catalana. El primero, las palmas, posteriormente ha sido empleado con fruición por músicos de toda condición cuando querían aportar algo de sabor rumbero a alguna canción.

Tras algunas experiencias previas como guitarrista de flamenco, y ya casado y padre de una niña, en el verano de 1959 fue contratado para actuar en Los Claveles, un tablao de Calella de la Costa, en el Maresme. El público que acudía al local estaba conformado esencialmente por turistas. Peret ya estaba rumbeando con decisión, siguiendo su idea, como hemos comentado, de conectar rock y mambo, o lo que es lo mismo (y como él acostumbraba a decir), Elvis Presley y Pérez Prado. Es en ese momento cuando comienza a comportarse como un showman, a su manera, para animar los conciertos, incluyendo el volteo en el aire de la guitarra, que acabaría por ser una de sus señas escénicas. Por entonces ya incluía temas como “Ave María Lola” o el explosivo “La noche del Hawaiano”, derivación personal desde una composición de Ismael Rivera que acabaría por hacerse popular entre otros músicos gitanos de Barcelona.

Su buen hacer con la guitarra le llevó en 1960 a trabajar como guitarrista flamenco en Villa Rosa, un conocido tablao de Barcelona, trabajo que combinaba con los veranos en Calella, que es donde realmente interpretaba la nueva rumba, además de en su barrio. A finales de 1962, por mediación de su amigo Paco Aguilera, que ejercía como una suerte de cazatalentos para el sello EMI, grabó dos temas (“Ave María Lola” y “Recuerda”) para un disco de cuatro canciones compartido con intérpretes flamencos: era un vinilo destinado al incipiente turismo. Peret, que incluyó un tema propio, el hermoso “Recuerda”, no le dio mayor importancia a la grabación (realizada únicamente a guitarra, voz y palmas, registrando en directo y en formato de trío), aunque en ella ya se puede apreciar con meridiana claridad sus intenciones para conformar un nuevo género, que sí, tiene su base rítmica en el rock and roll. Pero tan poca importancia le dio a aquello de grabar discos que, antes de publicarse el vinilo, acompañado de su madre marchó a Montevideo y Buenos Aires a hacer fortuna vendiendo telas; allí le estaba esperando su amigo e incipiente palmero Toni Valentí.

De regreso en Barcelona, en 1963, descubrió que en EMI le estaban esperando para grabar un segundo disco, este solo para él: cuatro temas en los que su amigo Chacho (posteriormente un magnífico solista, que aportó el piano a la rumba catalana) se incorporó en las palmas. Entre los temas de ese disco estaba el mencionado “La noche del Hawayano”, que sería un éxito entre la buena sociedad catalana. A partir de ese momento se sucedieron las actuaciones y la grabación de discos, cada vez con más éxito en el resto del país, hasta que “Belén, Belén”, de 1965 (y grabada en el sello Discophon), se transformó en un superventas nacional. Desde ese momento, Peret pasó a ser ídolo intergeneracional: apasionaba por igual a jóvenes y adultos, y los medios no tardaron en ponerle el apelativo de “Rey de la Rumba”. Comenzaba el mito, que se amplificaría en el Midem de Cannes de 1967, actuando para prensa y disqueros internacionales que se quedaron pasmados ante su original creatividad que poco tenía que ver con nada que se conociera. Literalmente le llovieron los contratos para actuar en toda Europa y Latinoamérica, codeándose con figuras internacionales de primer orden. Las actuaciones y las ediciones de los discos fueron constantes en ambos continentes, incluso sus grabaciones se publicaban con regularidad en Estados Unidos.
En aquellos primeros discos, Peret combinó las versiones de temas ajenos (generalmente latinoaméricanos) con la composición de canciones propias, con las que iba asentando el corpus de la rumba catalana, tan apta para el baile y la fiesta como para el recogimiento en temas de corte más melódico y próximos al cantautor. Una rumba que no se imbuía de flamenco (aunque pudiera echar mano de recursos de él) y que tampoco se decantaba por el Caribe: la rumba catalana era esencialmente pop y rabiosamente moderna, de ahí en gran medida su éxito internacional: los temas de Peret podían bailarse (y se bailaban) en las discotecas de la época.

En la cresta de la popularidad y tras obtener éxitos incuestionables con “El muerto vivo” (1966), “Una lágrima” (1967) o “El mig amic” (1968, su primera incursión en el catalán, su lengua materna), le propusieron protagonizar algunas películas, llegando a rodar cinco: “Amor a todo gas” (1969), “El mesón del gitano” (1969), “Qué cosas tiene el amor” (1971), “A mí las mujeres ni fu ni fa” (1971) y “Si fulano fuese mengano” (1971). También colaboró en “Las 4 bodas de Marisol” (1967) y “El taxi de los conflictos” (1969). Pero el cine no era nuevo para él, tras una experiencia menor en “La bella Lola” (1962), en 1962 había participado activamente en “Los Tarantos”, ejerciendo de cantante y guitarrista (se le puede ver interpretando rumba gitana y tocando la guitarra con amigos mientras “ventilan”), además se encargó de asesorar al director Francisco Rovira Beleta y de seleccionar a los figurantes (casi todos de su barrio).
En 1971 grabó “Borriquito”, un tema en el que satirizaba la costumbre de algunos músicos españoles de cantar en inglés o ponerse nombres sajones. La canción, producida por Juan Pardo, formó parte de un álbum de aquel año con el que Peret daba un paso enorme hacia un sonido más actual y eléctrico. Pero “Borriquito” fue, sobre todo, un inesperado y descomunal éxito internacional, que alcanzó los primeros puestos de las listas en Europa y América, aumentando exponencialmente su popularidad.
Animado por el nuevo sonido, y entregado al estudio de grabación, donde disfrutaba y veía que era el lugar para sacarle el máximo partido a su música, durante la década de los setenta no dejó de explorar nuevas rutas musicales para la rumba catalana, probando incluso registros próximos al crooner, de los que hasta entonces solo había dejado pinceladas aisladas. También ejercía habitualmente de productor de su propia obra. Canciones recordadas de este periodo son “Chaví” (de 1972, cantada en caló), “Mi santa” (1973), “Tócale las palmas” (1973), “Canta y sé feliz” (1974, con la que acudió al Festival de Eurovisión), “Voy pa Barcelona” (1975) o “Saboreando” (1977).

En 1983 se retiró de la música (había grabado por última vez en 1982), tras una epifanía mística mientras conducía de camino a Mataró, ingresó en la Iglesia Evangélica de Filadelfia (conocida popularmente como “el culto”), acabando por ejercer de pastor. Pero en 1989 abandonó la iglesia y la religión. Convencido de que no quería regresar a la música, fue el dúo Chipén (Johnny Tarradellas y Peret Reyes, que había sido palmero suyo) quienes lo convencieron para que les produjera un disco: “Verdad”, de 1990. Un año después, animado por su entorno y por la discográfica PDI, se produjo el regreso definitivo, grabando el excepcional “No se pué aguantar”. Además produjo álbumes para Los Amaya, Ramonet y Joel.
En 1992, con la canción “Gitana hechicera”, que acabaría por ser uno de sus temas más populares, protagonizó la clausura de los Juegos Olímpicos de Barcelona rodeado de la plana mayor de la rumba catalana del momento. Sus siguientes trabajos —”Cómo me gusta” (1993) y “Que disparen flores” (1995)— lo muestran en una madurez pletórica, ajustándose más que nunca a la definición de cantautor de la rumba. En 1996 publicó “Jesús de Nazareth”, un hermoso álbum en el que recuperaba temas escritos durante sus años como pastor evangelista; trabajo, por tanto, de corte religioso.

El nuevo siglo lo recibió con “Rey de la rumba” (2000), donde recreaba temas del pasado en compañía de artistas como David Byrne, Estopa, Ojos de Brujo, Jarabe de Palo o Los Enemigos. Pero aunque seguió actuando en directo, no volvió a grabar hasta 2007 (“Que levante el dedo”), lanzando dos años después el rotundo “De los cobardes nunca se ha escrito nada” (2009). Para este otoño estaba prevista la edición de su primer disco interpretado íntegramente en catalán (aunque a lo largo de los años grabó temas aislados en este idioma), que ya había finalizado. En el momento de serle detectado el cáncer, en julio de este año, estaba ultimando un nuevo álbum en castellano, para el que por fin había registrado “Los ejes de mi carreta” (la canción de Atahualpa Yupanqui que le tenía fascinado y que venía tocando en directo desde hacía años) y diversos temas nuevos propios, entre ellos “Fenomenal” (titulado inicialmente “Vamos todavía”), en el que había musicado una letra de Sergio Makaroff.

En su última intervención pública, a comienzos de junio, en Manresa, lamentó el actual estado de la rumba catalana y arremetió contra la asociación Forcat (Foment de la Rumba Catalana), por utilizar su nombre; y es que desde dicha asociación seguían considerándolo “presidente” (así figura en la web), sin querer darse por enterados de que Peret se había desvinculado de ella años atrás, y así lo había expresado. Detrás veía un interés espurio para lograr subvenciones aprovechándose de su figura, mientras se daba apoyo a músicas que no consideraba rumba catalana. Peret estaba abierto a fusiones musicales siempre que no se perdiera la esencia del género, y le preocupaba la facilidad con la que algunos rumberos jóvenes se adentraban directamente en la salsa creyendo que aquello era rumba catalana. Esta fue su lucha constante en los últimos años.
Con Peret se va uno de los más grandes talentos que ha dado la música popular española y uno de nuestros creadores más internacionales. Un gigante tanto en disco como en escena, que supo conectar con públicos de toda condición (así lo demostró, por ejemplo, en la edición de 2008 del festival Viña Rock) que quedaban atrapados por el inigualable magnetismo de su música y su personalidad arrolladora. Deja una obra amplia y variada (desgraciadamente, la mayor parte de ella inédita en cedé o reeditada de malas maneras), que no se ciñe exclusivamente a los éxitos por todos conocidos: en ella se descubre a un sensacional compositor, original y atrevido musicalmente, cuidadoso e inspirado con los textos (en muchos de ellos se retrata un pacifista, un ecologista, un profundo humanista, un libertario), un guitarrista que hacía con su instrumento lo que le venía en gana y un vocalista que asumía con naturalidad los más variados registros y colores. Un artista, en suma, irrepetible.

Ha muerto a los 79 años Peret, una de las más grandes leyendas internacionales de la música española, padre de la torrencial rumba catalana y creador inigualable.

Source: www.efeeme.com

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Flamenco y Piano

El flamenco y el piano clásico se unen el espectáculo “Desconcierto” – ABC.es – Noticias Agencias

La pianista Rosa Torres-Pardo y la cantaora Rocío Márquez presentarán este lunes, en Comillas, el espectáculo “Desconcierto” en el que el flamenco y el piano se dan la mano en esta propuesta original incluida en los “Marcos Históricos” del festival Internacional de Santander.

La voz y el piano se entrelazan en esta propuesta con preguntas y respuestas, y con un programa que incluye desde unas tonadillas goyescas de Granados, al cancionero popular de Lorca junto a la música de Albéniz, cantos de la tradición sefardí o jotas de Manuel de Falla junto a su Amor Brujo.

La Iglesia de San Cristóbal de Comillas acogerá esta actuación a las 21.30 horas.

Rosa Torres Pardo, artista-residente de la New York Opera Society, es madrileña y Premio Extraordinario del Real Conservatorio Superior de Música. Estudia con Joaquín Soriano y Gloria Olalla, con María Curcio en Londres, en la Juilliard School de Nueva York y con Hans Graff en Viena. Obtiene el premio Masterplayers de Lugano (Suiza) en 1986 y debuta con gran éxito en el Teatro Real de Madrid en 1987.

Ha trabajado con la Filarmónica de Los Angeles en Hollywood Bowl y la Royal Philarmonic de Londres, y con Spivakov, Dutoit, Fournet, Vasary o Termikanov en salas como Carnegie Hall y Alice Tully Hall de N. York y Kennedy Center de Washington, Sala de las Columnas de Moscú y Philarmonie de S. Petersburgo, Wigmore Hall o Sadlers Wells de Londres, Konzerthaus de Berlín, Music Halle de Hamburgo e innumerables teatros en Europa.

Rocío Márquez nació en Huelva el 29 de septiembre de 1985. A la edad de 9 años es cuando comienza a recibir clases en la Peña Flamenca de Huelva y se sube por primera vez a las tablas, siendo premiada en numerosos concursos cantando fandangos de su tierra.

Paralelamente, comienza estudios de piano y de técnica vocal con Gloria Muñoz. En 2005, es becada por la fundación Cristina Heeren, donde recibe clases de José de la Tomasa y Paco Taranto. Actualmente continúa sus estudios de grado superior y especialización de flamenco en dicha universidad.

Ha impartido clases en la Fundación de Cristina Heeren, en el Centro de Arte y Flamenco de Sevilla que dirige Esperanza Fernández, y en” Flamenco Abierto” de Andrés Marín.

En 2007 se hace con los primeros premios de los festivales flamencos de Alhaurín de la Torre, Calasparra, Marchena, Mijas y Jumilla entre otros, pero es en 2008 cuando su carrera sienta un punto de inflexión al hacerse con la Lámpara Minera del Festival del Cante de las Minas de la Unión, que obtiene junto con otros cuatro primeros premios, hecho que solo ha conseguido Miguel Póveda anteriormente.

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Source: www.abc.es

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